“El escritor que ustedes conocen, era un tipo común y corriente”: hermano de Gabo

Hoy, hace dos años, falleció Gabo, el Nobel de literatura colombiano.

Foto: Cortesía.
Foto: CORTESÍA.

Gabriel García Márquez fue un escritor, un periodista y el Nobel colombiano. Gabo, como lo conocen en el mundo, es el ícono de la literatura en Colombia, tal vez, uno de los personajes de los que más se ha escrito en los medios del país.

Cuando la figura de una persona trasciende de la forma en que lo hizo la de Gabo, resulta difícil escribir algo nuevo, contar algo que no se haya contado. Sin embargo, hay una faceta poco explorada de Gabito, como le decían sus más allegados, y es la faceta de hombre, de persona corriente que comía, bebía y escribía por ocio y por pasión.

El Nobel de literatura, en 1982, aparentemente marcó un antes y un después en la vida de Gabo, sin embargo, Jaime García Márquez, uno de sus hermanos menores, opina que a pesar de los reconocimientos internacionales, García Márquez nunca dejó de ser el escritor y periodista cataquero que era antes de escribir Cien Años de Soledad.

Luego de ganar el premio Nobel de literatura y radicarse en la ciudad de México, García Márquez venía pocas veces a Colombia. Cuando lo hacía, se reunía con su familia en Cartagena y almorzaba con sus padres, pero la mayor parte del tiempo se encerraba a escribir.

Su itinerario en la ciudad amurallada era simple. “En el día, él se levantaba y trotaba un poco en el centro amurallado, se bañaba y se metía en su biblioteca a trabajar hasta eso de las 2 y pico y de ahí salía a almorzar, visitaba a los hermanos que estuvieran aquí (en Cartagena) y a sus amigos”, contó Jaime García Márquez en diálogo telefónico con El Palpitar.

Y es que aún de visita en la ciudad donde se encontraba la mayor parte de su familia, Gabriel García Márquez dedicaba gran parte del día a su pasión de contar historias a través de la literatura.

De esta pasión surgió el impulso de crear la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, un impulso que empujó, además, a su hermano Jaime, que se dedicaba a la ingeniería civil en Santa Marta y jamás había escrito, a tomar la dirección de Relaciones Institucionales de la FNPI.

Con su humor usual al momento de decir las cosas, García Márquez, recordó Jaime, le dijo en una ocasión en que lo llamó por teléfono: “Mira, firma ese documento, ahora eres miembro de una fundación importante, pero te advierto que seguirás siendo pobre”.

Pero en medio de las bromas, ese impulso de hacer que su hermano se convirtiera en miembro de la junta directiva de la FNPI, surgió de su preocupación de hermano mayor. Teniendo en cuenta que Jaime estaba viviendo en una zona peligrosa del país en ese tiempo, supo que nombrarlo vicepresidente de la fundación haría que este tuviera que radicarse ya completamente en Cartagena.

Así, Gabriel García Márquez hizo que su hermano, el ingeniero “bueno para contar historias pero no para escribirlas”, se pusiera a la cabeza de una fundación que nació para estimular el periodismo en Iberoamérica.

Jaime García Márquez describió a Gabo como “un tipo muy amoroso y preocupado por su familia”. De ahí que en sus visitas a la ciudad amurallada llegara preguntando por sus hermanos y reclamando que cada uno de ellos viniera de donde estuviera para poder verlos y hablar con ellos.

Por eso, cuando estuvo radicado en el exterior y no podía viajar a Colombia, García Márquez sostenía constante comunicación a través de cartas con su hermana Margot.

Y mientras el mito de súper hombre seguía alimentándose, Gabo continuaba con una vida tranquila y sencilla. El Nobel de literatura que todos admiraban y respetaban seguía disfrutando el típico pescado frito y sancocho de carne salada que preparaba doña Luisa Santiaga Márquez, su madre, en los almuerzos a los que lo invitaba cuando iba a Cartagena.  

De este modo, la vida de la leyenda que dio a Colombia el Nobel de literatura transcurrió de manera sencilla. La figura de hombre iluminado y superior a todos la contrastan sus hermanos y familiares allegados, quienes pudieron compartir con él la cotidianidad y quedan para contar la historia de ese hombre detrás del mito del escritor.

En una palabra, Gabriel García Márquez, el escritor que ustedes conocen, era un tipo común y corriente, como cualquier vecino del barrio… la única ventaja fue que él fue un genio, sencillamente”, concluyó Jaime entre risas.

Acerca de Andrea Rojas

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Lectora, cinéfila y cafeinómana compulsiva. Creo en el periodismo y el rap bien hechos. Conocí el amor cuando fui a la tribuna Norte y cuando empecé a escribir.

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