Este jueves habrá masiva marcha «en defensa» del sector textil, en Medellín

La situación del sector textil es preocupante: el DANE señaló que es el campo económico con mayor número de pérdida de puestos de trabajo.

Foto: CORTESÍA.

Desde las 9:00 de la mañana de este jueves, trabajadores y personas afines al sector textil saldrán a las calles para manifestar su rechazo hacia las políticas económicas que han afectado a la industria en los últimos años y que, de momento, estaría arriesgando la pérdida de más de 1,8 millones de puestos de trabajo.

El punto de encuentro de la marcha será en el parque de San Antonio, en el centro de Medellín, de donde se partirá por la avenida Oriental hacia la calle 37, después de la cual se bajará hasta la avenida Carabobo y, finalmente, se tomará la calle San Juan para llegar al Parque de las Luces, frente al Centro Administrativo La Alpujarra.

Según la organización del evento, otros sectores unidos a la marcha son los de Confección, Calzado y Marroquinería, todos afectados por la falta de políticas arancelarias que privilegien el mercado interno, en detrimento de las importaciones de más bajo costo desde otros países del hemisferio, especialmente aquellos con los que hay algún Tratado de Libre Comercio.

Raíz de la problemática

Hasta hace unos años, el sector textil era el que mayor cantidad de empleos generaba en todo el país; sin embargo, la informalidad y la pérdida de puestos de trabajo llegaron luego de la drástica disminución en las ventas: en el segundo trimestre de este año se perdieron 103 mil empleos, más de mil cien diarios.

Mientras todo lo anterior ocurría, las importaciones crecieron en un 21 % en Colombia durante el año: hasta la fecha, han ingresado al país más de 150 millones de prendas, y se espera que al finalizar el año dicha cifra llegue, por lo menos, a 300 millones de unidades, lo que equivaldría a unos 250 mil empleos.

«El sector textil creció en junio un 41 %, y en la parte interna un 14 %. El sector se está derrumbando, y la génesis es que hoy Asia cuenta con una mano de obra de 30 o 40 dólares mensuales, con 14 horas de trabajo al día; mientras Colombia paga 400 dólares por ocho horas. El mercado se ha inundado de ropas de grandes superficies, y solo se puede corregir esta problemática con medidas arancelarias, a las cuales el Gobierno se ha negado», indicó, justamente, Enrique Gómez, vicepresidente de la Cámara Colombiana de la Confección y promotor de la marcha.

La falta de leyes proteccionistas serían la principal arista, entonces, del problema, al cual se le suma la falta de apoyo estatal, como también explica Gómez: «Nosotros hemos pedido que corrijan los aranceles y los cambien, pero después de 23 reuniones nos han dicho lo mismo: no vamos a cambiar los aranceles. Nos quedó como última opción salir a marchar».

Peticiones al Gobierno nacional

Entre lo que han exigido los sectores afectados está la modificación o derogación del decreto 1744, el cual fija un arancel del 15 % a la importación de prendas: la petición sería subir esa barrera impositiva, con el objetivo de disminuir las importaciones y, por ende, promover el mercado y producto interno.

No obstante los argumentos, la exigencia pareciera difícil de satisfacer por el Estado, pues se solicitó que la medida llegara hasta el 40 %, el máximo permitido por la Organización Mundial del Comercio.

«Solicitaremos medidas anti-dumping, para subir las medidas al 200 %, es legal. Además, hemos instaurado más de 850 tutelas, lo cual terminará colapsando el aparato judicial. Esta es la segunda marcha, y si nos toca marchar treinta veces hasta que este Gobierno termine y llegue uno que nos ayude, lo haremos», agregó Gómez.

Asimismo, han pedido la implementación del monotributo en el sector con el fin de formalizar a miles de personas, una política industrial en pro de los intereses de los textileros, créditos de Bancoldex para aliviar financieramente a los afectados y medidas para frenar las importaciones desde los mercados asiáticos.

 

Acerca de David Esteban Álvarez Ortiz

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Soy periodista, locutor e historiador en formación. Aficionado a la cocina, al cine, al fútbol y al baile, creyente de la educación como motor de cambio. Redactor de economía y derechos humanos.

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