Regulación de la dosis mínima: de la delincuencia a la enfermedad

El debate respecto a la regulación de drogas se puso de nuevo sobre la mesa, luego de que se ratificara la no prohibición de una tenencia mayor a la dosis mínima si quien la tiene es adicto.

Foto: Archivo EL PALPITAR.
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La Corte Suprema de Justicia dio un fallo que permitiría, a quienes demuestren ser adictos, portar una cantidad mayor a la dosis mínima de estupefacientes, establecida en 20 gramosEl fallo contempló que, según el nivel de adicción, los consumidores pueden necesitar cantidades diferentes de consumo al día, por lo que si un adicto posee más de los 20 gramos establecidos como dosis personal, no podrá ser penalizado.

Esta decisión llegó luego de la polémica generada por el caso del soldado Yesid Alexander Arias Pinto, quien fue capturado con 50,2 gramos de marihuana en su poder, más del doble de la dosis mínima establecida como legal, y fue condenado a nueve años de prisión. Su abogada defensora interpuso un recurso de casación alegando que Arias Pinto no debía ser condenado por tráfico de estupefacientes, pues la marihuana que tenía en su poder era para suplir su adicción y no para comercializarla.

La resolución abrió el debate sobre la regulación de las drogas en Colombia. Varios sectores de la sociedad analizan los pros y contras que dicha decisión podría tener sobre la adicción, el microtráfico y la lucha anti drogas.

Las drogas, un elemento presente en la historia

Foto: Cortesía.
Foto: CORTESÍA.

El uso de las drogas ha existido desde hace cientos, e incluso miles de años, y sus formas de uso se han transformado con el tiempo.

Nicolás Uribe, psicólogo, experto en farmacodependencia y docente de la Fundación Universitaria Luis Amigó, dijo en diálogo con EL PALPITAR que antes de hacer un análisis sobre la regulación del consumo de drogas, que no es nueva en Colombia, hay que conocer la historia.

“El problema de las drogas comienza en la segunda mitad del siglo XX, antes de esto no hay una preocupación mundial por el consumo y las toxicomanías, en cambio, después de los años 60 comienza a haber una preocupación mundial. Por ejemplo, la marihuana se fuma hace más de 5 mil años, pero sólo en los últimos 40-50 años se volvió un problema mundial. Y es que el uso de la marihuana tenía anteriormente otros fines, religiosos, incluso políticos y económicos”, contó Uribe.

Al respecto, Johan Sebastián Ruiz, consumidor recreativo de marihuana, destacó que “el ser humano ha consumido drogas toda la vida y, de hecho, las drogas han sido parte fundamental de la mayor parte de las religiones, no hay que ignorar esa parte de la historia, esa relación que evolutivamente tenemos con las drogas. Una cosa es ir a fumar marihuana o consumir LSD porque ya estoy acostumbrado, que, por ejemplo, fumar marihuana o tomar yagé, que también es un psicoactivo, en un ambiente más ritual, en el que el propósito es totalmente diferente”, dijo.

Así, el uso del cannabis y otras sustancias ilegales en la actualidad no es nuevo y las razones y formas de consumo han variado considerablemente, hasta ponerla en el punto actual, donde es ilegal y se utiliza, en su mayoría, de forma recreativa.

Para Uribe, la ilegalidad en el consumo y porte de sustancias estupefacientes no es beneficiosa ni controla el uso de las mismas, pues no hay nadie que vigile la calidad y las cantidades consumidas por el usuario.

Un ejemplo que el docente menciona es el caso de la prohibición del licor en el siglo XIX en Estados Unidos, donde en lugar de regular la venta y consumo de alcohol, se dispararon los niveles de tráfico y consumo ilegal del mismo y se incrementó el peligro de intoxicación, al consumir un producto fabricado por bajos estándares de calidad.

Por eso, Uribe considera importante entender la adicción a las drogas como una enfermedad y un problema de salud pública y enfrentarlo como tal. “No es lo mismo ser un enfermo, un alcohólico, a ser tratado de delincuente, por comprar algo ilegal”, argumentó y explicó que, mientras la sustancia produzca placer en el consumidor, esta sensación creará una compulsión de repetición, que hará que el adicto no se pueda controlar y quiera consumir cada vez en dosis mayores.

La regulación actual

Foto: Cortesía.
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Desde la prohibición total del porte, hasta la regulación de la dosis mínima para uso personal en 2012, se ha recorrido un largo camino, con intensos debates que han llegado hasta este punto, donde la decisión de permitir una tenencia mayor a la dosis personal, también es ahora blanco de críticas y debates.

Sin embargo, esta no es una regulación nueva. Según dijo a EL PALPITAR Juan Carlos Álvarez, docente de Derecho Penal de la Universidad Eafit, esta tesis viene desde tiempo atrás, pero el caso concreto del soldado atrapado con 50,2 gramos de marihuana ratificó la medida y dio criterios que servirán a los jueces para evaluar futuros casos.

Para Nicolás Uribe, la determinación de una cantidad puntual de droga a consumir es imposible de regular, pues dentro de la ilegalidad no hay nadie que controle las cantidades consumidas y compradas. “Que la ley diga que sólo se permite tal cantidad de tal droga, no implica que los adictos necesariamente cumplan la ley, porque, efectivamente, eso que dicen que es la dosis mínima, no los satisface”, argumentó.

Pero, el psicólogo piensa que en el ámbito legal no hay un criterio claro para poder demostrar ante la ley que quien posea una cantidad de estupefacientes mayor a la dosis mínima sea un adicto y no alguien que se dedica al microtráfico, pues, normalmente, a quien capturan con una dosis mayor no lo suelen acusar de adicto, sino de traficante.

“Ahí es donde tiene que haber un diálogo entre la visión del derecho, pero también la visión de la salud, porque es que la ley dice que eso es un enfermedad”, comentó Nicolás Uribe.

Y es que la ley 1566 del 2012 avala y regula el tratamiento a los consumidores, decretando su reconocimiento en el artículo 1°: “Reconózcase que el consumo, abuso y adicción a sustancias psicoactivas, lícitas o ilícitas es un asunto de salud pública y bienestar de la familia, la comunidad y los individuos. Por lo tanto, el abuso y la adicción deberán ser tratados como una enfermedad que requiere atención integral por parte del Estado, conforme a la normatividad vigente y las Políticas Públicas Nacionales en Salud Mental y para la Reducción del Consumo de Sustancias Psicoactivas y su Impacto, adoptadas por el Ministerio de Salud y Protección Social”.  

En este punto, Juan Carlos Álvarez mencionó que hay diferentes métodos para demostrar que una persona es considerada adicta a alguna sustancia estupefacientes. Por una parte, a través de la historia clínica, si el usuario ha estado en centros de rehabilitación, podrá comprobarse su problema con las drogas.

Otros métodos que permiten comprobar esto, son exámenes clínicos que se realizarían en Medicina Legal, evaluación del comportamiento de la persona a través de entrevista con psicólogos y psiquiatras o testimonios por parte de gente conocida y allegados.

¿Avance a medias?

Foto: Archivo EL PALPITAR.
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Así las cosas, para que una persona pueda portar más de la dosis mínima permitida, tendría que demostrar clínicamente que es adicta a alguna sustancia mostrando dos síntomas: síndrome de abstinencia, que se manifiesta a través de la ansiedad cuando no se tiene acceso a la droga y síndrome de tolerancia, que implica que quien consume regularmente, cada vez necesita mayores dosis para sentir el efecto.

Si bien, para algunos expertos la medida representa un avance en el reconocimiento de una problemática de salud pública, varias opiniones también coinciden en que la medida podría no estar bien encaminada y ser contraproducente.

“Cuando sacan estas leyes no se hacen debates, ni foros entre expertos, sino que prácticamente es una visión legal, del derecho solamente”, dijo Nicolás Uribe.

Por su parte, Johan Sebastián Ruiz dijo que, pese a que él es abiertamente consumidor, entiende que estas medidas deben ser analizadas con lupa, pues el bienestar colectivo está por encima del bienestar individual.

“Está bien que lo individual es importante dentro de un Estado de Derecho como es el nuestro, pero cuando un problema como las drogas representa no sólo problemas individuales, sino colectivos, considero yo que la medida debe ser más fuerte”, declaró Ruiz.

Uribe manifestó que, si bien la medida es un avance, temas como la utilización de adictos como jíbaros para traficar y comercializar con las sustancias se convertirían en un problema. “Mientras siga habiendo una visión de que es ilegal, van a tratar de burlar las leyes para seguir en la ilegalidad y van a utilizar a menudo a los consumidores y adictos”.

El sistema penal se favorece con esta medida

Foto: Archivo.
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Sin embargo, la regulación es un paso hacia adelante en materia de drogas y salud pública y los pros que tiene esta medida no son desconocidos por los expertos en el tema, que ven que puede haber un beneficio en diferentes áreas.

Por un lado, uno de los beneficiados sería el sistema penal, que dejaría de verse afectado por las congestiones que se forman por el porte de una dosis mayor a la mínima establecida.

“Sin duda es un aspecto muy positivo, porque marca una nueva orientación en la forma de tratar estas situaciones. Si este asunto se trata como lo que es, un problema de salud pública, además, se descongestiona el sistema penal, que a veces es retrasado por casos en los que adictos son juzgados como traficantes por tener una dosis mayor a la mínima”, dijo Juan Carlos Álvarez.

La regulación respecto al consumo y porte de sustancias ilícitas será siempre materia de debate. Sectores de la sociedad están divididos. Por ahora, queda esperar las consecuencias, sean estas positivas o negativas, que tendrá a partir de ahora una medida que ya reconoce la adicción a las drogas como un tema de salud pública. 

Acerca de Andrea Rojas

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Lectora, cinéfila y cafeinómana compulsiva. Creo en el periodismo y el rap bien hechos. Conocí el amor cuando fui a la tribuna Norte y cuando empecé a escribir.

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