Un niño sirio se convirtió en el símbolo de los inmigrantes del mundo

Los cuerpos de cinco niños y una mujer, fueron encontrados en la playa o flotando en el agua.

Foto: Cortesía
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Aylan Kurdi, un niño sirio de tres años que apareció muerto en una playa turca en Bodrum, luego de que naufragaran cuando su familia intentaba llegar a Canadá, después de huir de la violencia, se convirtió en el símbolo de los miles inmigrantes que intentan llegar a los países de la Unión Europea, en especial a Alemania.  

En el mundo, los principales diarios intentaron relatar la desgarradora historia, pero los adjetivos se terminan al ver al niño tirado boca abajo en la playa: «La desgarradora imagen que muestra la verdadera tragedia de la crisis de refugiados», tituló el diario británico Daily Telegraph. De su lado el también británico, The Guardian, escribió que la foto «trajo a casa» el horror de la problemática.

El horror de los inmigrantes no sólo cobró en esta oportunidad la vida de Aylan, su hermano Galip, de 5 años, y su madre Rehan, de 35, también murieron.

La Guardia Costera turca dijo que los dos botes naufragaron luego de salir por separado desde la península turca de Bodrum hacia la isla griega de Kos, en el mar Egeo.

«Estaba intentarlo avalarlos, y tengo amigos y vecinos que me ayudaron con los depósitos bancarios, pero no pudimos sacarlos, y por eso se fueron en el barco», afirmó Teema Kurdi, hermana del padre de los menores muertos.

Teema, además, confirmó que la familia había solicitado el estatus de refugiado con aval privado a las autoridades canadienses, pero este les fue negado el pasado mes de junio. 

Los cuerpos de los 12 refugiados, entre ellos los de cinco niños y una mujer, fueron encontrados en la playa o flotando en el agua, mientras que otros 15 fueron rescatados.

Acerca de Andrés Felipe Bustamante Restrepo

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Comunicador social - educador. Dios, familia, amigos. Interesado en el proceso de paz, en los deportes y en vivir en armonía. Poco comunicador, muy periodista. Me gusta saber sobre la historia de la Colombia violenta, no por apología, más por entender el porqué de todo este complot violento en el que vivimos inmersos los colombianos del común. Creo en lo que se hace bien, como diría un maestro: “no se mate haciendo las cosas, hágalas bien”. No hay que morir en el intento, hay que hacerlo.

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