China, las consecuencias y retos de una ley que dejó muchos hijos únicos

La ley, aplicada en 1979, fue derogada el pasado 30 de octubre a raíz del visible envejecimiento poblacional que presenta el país asiático.

Foto: CORTESÍA
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Casi cuatro décadas debieron pasar para que China aboliera la ley que, aunque no de manera tajante, obligaba a las parejas a tener solamente un hijo, limitando así aspectos de la evolución demográfica y acrecentando el envejecimiento poblacional.

Y es que desde 1979, año en el que comenzó a regir la ley, la natalidad en el país asiático cayó en las cifras esperadas por el Gobierno y el crecimiento de la población ha sido del 0,7%, lo que, no obstante, estuvo acompañado de problemáticas no planeadas.

Datos tan escalofriantes como que por cada 117 niños que nacieron en China, vieron la luz 100 niñas; y de acuerdo con los registros del año 2000, el 90% de los abortos eran de niñas, una práctica de aborto selectivo propiciada por la preferencia cultural por los hombres. A hoy, la diferencia entre hombres y mujeres en China, establece que la suma de hombres es mayor en 60 millones en relación con las mujeres.

Además de estos datos, durante décadas, miles de parejas se vieron sometidas a multas, despidos laborales y hasta a abortos obligados por violar la norma del hijo único. No obstante, el Gobierno calcula que al menos 400 millones de nacimientos fueron prevenidos con la vigencia de dicha política.

Consecuencias económicas

Pese a que algunos datos revelan que antes de que fuera impuesta la ley del hijo único, en los años 70, ya la demografía comenzó a bajar sus índices presumiblemente por falta de ganas de concebir, el Gobierno decidió establecer la norma y evitar así no sólo el crecimiento en la población (actualmente estimada en mil millones 369 millones 811 mil personas, el 18,83% total de la población mundial), sino evitar un desastre económico producto del exceso de población.

Sobre el tema, Mei Fong, ganadora del Pulitzer y autora del libro “One Child: The Past and Future of China’s Most Radical Experiment”, explica que “la política ha provocado una seria crisis demográfica en China; porqué pasarán décadas para revertirla; y en consecuencia, China está repleta de hombres solitarios”.

Según el Gobierno Chino, la ley impulsó políticas públicas que ayudaron a sacar de la pobreza a más de 600 mil personas. Sin embargo, economistas internacionales aseguran que fue la misma población china la que impulsó su economía, de la mano de algunas políticas, pero sin necesidad de depender de la ley del hijo único.

Además, medios internacionales revelaron que la ley no fue siempre tan estricta y que en ocasiones las parejas que eran conformadas por hijos únicos podían tener un segundo hijo. Igualmente, quienes tuvieran hijas mujeres y quienes vivieran en el campo bajo condiciones económicas favorables.

A su vez, la economía de la época se impulsó gracias al crecimiento demográfico de los años 60 y 70, quienes crecieron y para la época de la imposición de la ley del hijo único se convirtieron en la fuerza de la mano de obra barata que llevó a la cima a las industrias chinas en los años 80 y 90. Sin embargo, esa misma generación es hoy una gran “montaña” de jubilados quienes, además, gracias a la ley dejaron poca descendencia.

Problemática social

Foto: CORTESÍA
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Socialmente, los retos que se vienen para el pueblo chino determinan que muchas cosas tendrán que cambiar para lograr una estabilidad a partir de las nuevas vivencias con la abolición de la ley del hijo único. No sólo es un factor demográfico, también es la modificación de una estructura social establecida por casi cuarenta años.

“Un hijo único es muy complicado y más en la cultura china por la precariedad económica y por la dificultad que ha entrañado para ellos el control de la natalidad y el tratar de tener solamente un hijo”, afirma Gloria Aydeé Olaya, psicóloga de la Universidad de San Buenaventura con experiencia en asesorías académicas y pedagógicas en colegios y universidades de la ciudad, además de ser religiosa Carmelita Descalza en Sanlúcar la Mayor, España.

Según la psicóloga Olaya, uno de los aspectos más importantes en el tema es la socialización y la incorporación a los procesos porque la tolerancia a la frustración es mínima en quienes han sido criados bajo la égida de ser hijo único.

“La tolerancia a la frustración es uno de los temas que más los afecta. Cuando los padres intentan darles todo lo que ellos quieren o que ellos creen que tienen que darles, y que realmente los niños no necesitan”.

Este aspecto, limita en la crianza la posibilidad de crecer como personas abiertas a compartir, el egoísmo es otro tema que resalta en los hijos únicos porque siempre fueron “criados como reyes” y esto “implica que las nuevas generaciones que tengan dos hijos, por lo menos, entre los hijos existan una serie de competencias a nivel afectivo por ganarse en cariño de los padres”, enfatiza la hermana Olaya.

El reto, entonces, “implica que se abran espacios que antes no existían, pero es el rescate de lo que ha venido sucediendo e intentar recuperar un puesto y el valor de la juventud, que es algo que va a entrañar posteriormente”.

En relación con su experiencia docente y su vivencia luego de 19 años en Europa, Olaya afirma que los hijos únicos, cubiertos bajo la realidad europea, crecen en un ambiente de baja responsabilidad y no están, como puede pasar en otros lugares, preparados para enfrentar la realidad de un mundo lleno de retos.

“La baja responsabilidad, el vivir tras la espalda de los padres, el no abrirse camino, que todo se los pongan a los pies y no tener conciencia del sufrimiento ni ser solidarios con los demás, ese es uno de los factores más difíciles” que tendrán que afrontar en una comunidad china llena de hijos únicos y de hogares conformados por hombres y mujeres que crecieron siendo hijos únicos.

Retos educativos

Foto: CORTESÍA
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Esta nueva situación que parte en China, significa además un reto grande en un mundo globalizado y ante una nación de la que poco se ha conocido por ser culturalmente tan hermética.

La Educación, el otro gran aspecto que deberán evaluar en China dentro de su nuevo contexto demográfico: “Ellos están intentando asumir algunos valores de nuestra cultura occidental, pero es todo un reto para ellos”, agrega la psicóloga.

En el tema educativo, “me parece que aunque será complicado es mejor. Cuando hay más de un hijo, aunque se generen celos y envidias y competencias, sin embargo, eso genera más posibilidades de ayuda, de solidaridad entre ellos”.

Otro aspecto que deberán tener en la nueva educación china, a partir de este modelo demográfico que cambia, es la adaptabilidad para implementar modelos educativos que se aplican, por ejemplo, en los países europeos en los que ha sido complejo tratar con niños y jóvenes quienes han crecido como hijos únicos.

“En España el tema ha sido complejo porque son chicos que crecieron teniéndolo todo y esa falta de actividades y tenerlo todo ha degenerado el vandalismo, lo que refleja una carencia. Sin embargo, como forma de contrarrestarlo, se han rescatado valores como la tolerancia que se ha trabajado tanto por estos días en España a propósito del fenómeno de la migración”.

La clave educativa para China deberá estar basada, pues, en abrir la perspectiva de la sociedad a vivir con el diferente, “pero no como una persona que me estorba sino que hace parte de un conjunto y de un conglomerado social que es muy complejo y que no se puede cerrar”.

Igualmente, los chinos deberán comenzar a crecer bajo la premisa de que conformamos “una aldea global donde todos hacemos parte de una misma familia querámoslo o no”.

Acerca de Andrés Felipe Bustamante Restrepo

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Comunicador social - educador. Dios, familia, amigos. Interesado en el proceso de paz, en los deportes y en vivir en armonía. Poco comunicador, muy periodista. Me gusta saber sobre la historia de la Colombia violenta, no por apología, más por entender el porqué de todo este complot violento en el que vivimos inmersos los colombianos del común. Creo en lo que se hace bien, como diría un maestro: “no se mate haciendo las cosas, hágalas bien”. No hay que morir en el intento, hay que hacerlo.

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