Así funciona el complejo sistema electoral estadounidense que decidirá al sucesor de Obama

Aunque parezca contradictorio, un candidato que posea el mayor porcentaje de los votos no necesariamente tiene que ser electo como presidente norteamericano.

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Foto: Cortesía.

Este martes, los estadounidenses elegirán a su nuevo Presidente, quien tendrá la gran responsabilidad de llevar las riendas de la nación más poderosa e influyente en el mundo y que, actualmente, se encuentra inmiscuida en profundas coyunturas políticas y económicas.

En realidad, los ciudadanos de a pie no son quienes eligen a su presidente, pues el sistema electoral de Estados Unidos funciona de una manera bastante peculiar.

Desde sus inicios como república, Estados Unidos posee un Colegio Electoral que se compone de 100 senadores, 435 congresistas y tres delegados del Distrito Capital. Esos 538 electores son quienes realmente eligen al nuevo presidente del país de las barras y las estrellas.

Entonces, ¿por qué es importante el voto? Pues bien, cada uno de esos electores representa a un estado. Aunque el número de electores por estados varía de acuerdo a su población e importancia, el que un candidato consiga la mayoría de votos en un estado representa, a su vez, sumar los votos de los electores de dicho territorio a favor suyo en la contienda.

Por ejemplo, el estado con mayor cantidad de electores es California, con 55. Aunque en este estado, cuya capital es Sacramento, la diferencia en las urnas entre candidatos sea de menos de uno o dos puntos porcentuales, el ganador se llevará la totalidad de votos del Colegio Electoral que reposen en dicho estado.

Salvo Maine y Nebraska, donde los votos del colegio electoral pueden dividirse entre los candidatos de acuerdo a los resultados, esa dinámica es similar en los otros estados del país.

Los otros estados vitales en el camino a la Casa Blanca son Texas, que tiene 38 votos electorales; Florida y Nueva York, con 29; Illinois y Pensilvania, con 20; Ohio, con 18; y Michigan y Nueva Jersey, ambos con 16 delegados en el Colegio.

Por tal motivo, a efectos prácticos, un presidente pudiera no obtener ni un solo voto en una treintena de estados, tales como Idaho, Luisiana, Iowa, Wyoming, Kansas o Utah, y aun así, alcanzar la presidencia por sus resultados en los denominados estados claves.

Así las cosas, el candidato que consiga la mitad más uno de los votos del colegio electoral, es decir, 270 votos, será el nuevo presidente de Estados Unidos, independientemente de los resultados de los comicios o el número de votos.

Así pues, los votantes estadounidenses lo que hacen es dirigir el voto de los delegados de su estado para que éstos elijan al candidato que resultó electo allí.

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Estados y sus respectivos delegados al Colegio Electoral. Imagen: Cortesía.

¿Y si hay un empate?

Es un panorama bastante improbable pero, tratándose del complejo sistema electoral norteamericano, posible.

Si Donald Trump y Hillary Clinton consiguen, cada uno, 269 votos en el Colegio Electoral, o si ninguno de los dos consigue los 270 (por ejemplo, el candidato independiente Ewan McMullin parte con posibilidades en Utah), la decisión reacaería en la Cámara de Representantes.

En dicha instancia, cada delegación estatal contaría con un voto y elegiría entre los tres candidatos con mayor cantidad de votos al nuevo presidente.

En ese escenario, Trump partiría con ventaja, pues el partido Republicano cuenta con una amplia mayoría en la Cámara.

De ahí la importancia de los estados que todavía no tienen claramente definido si votarán por el candidato republicano o por la demócrata. De dichos estados, el que más aporta votos es Florida, por lo que el voto latino será vital en la carrera electoral hacia la Casa Blanca.

 

Acerca de David Esteban Álvarez Ortiz

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Soy periodista, locutor e historiador en formación. Aficionado a la cocina, al cine, al fútbol y al baile, creyente de la educación como motor de cambio. Redactor de economía y derechos humanos.

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