Así manipulan a las masas

Lo que creemos saber y nuestras percepciones del mundo pasan por una serie de filtros que son explicadas por las reglas de la propaganda.

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Foto: CORTESÍA.

Muchas veces creemos que la manipulación de masas se da exclusivamente por los medios masivos de comunicación, no obstante esto no es del todo cierto, y hay una rama de la comunicación que se encarga de influir en las multitudes. La propaganda.

La propaganda (diferente de publicidad), significa propagar (del verbo latino propagare que quiere decir ‘perpetuar, acrecentar, extender) ideas políticas, religiosas y de otras índoles, con el fin de influir tanto en pequeños grupos con en grandes multitudes.

Tal vez uno de los expertos en la materia fue Joseph Goebbels, el ministro de propaganda de Adolf Hitler, sin embargo, quien teoriza y explica más a fondo y con fundamento conceptual la propaganda y sus reglas, fue el francés Jean-Marie Domenach, en el que claramente podemos observar cómo las élites, los centros de poder y los medios de comunicación juegan un papel fundamental a la hora de crear falsas realidades y percepciones alejadas de la objetividad. 

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Foto: CORTESÍA.

Reglas de la Propaganda

Regla de la simplificación y del enemigo único: Según Domenach, “la propaganda se esfuerza en primer lugar por lograr la simplicidad. Se trata de dividir su doctrina y sus argumentos en algunos puntos que serán definidos tan claramente como sea posible. Toda una gama de fórmulas está a disposición del propagandista: manifiestos, profesiones de fe, programas, declaraciones, catecismo, los que, bajo una forma generalmente afirmativa, enuncian una cierta cantidad de proposiciones en un texto breve y claro”. 

Un ejemplo claro y manifiesto de propaganda puede ser “Mi Lucha”, libro de Hitler que condensaba toda la ideología Nazi, así como “El Manifiesto Comunista”, que a su vez condensaba la ideología marxista.

En definitiva, se trata definir simplificar de tal manera el mensaje, que todos los involucrados puedan entender y acatarlo. Entre más corto y poderoso sea este mensaje, más efecto tendrá sobre las masas.

Por otro lado, Domenach señala que la individualización del adversario ofrece muchas ventajas: “Los nazis transformaban cada escrutinio en un ‘combate contra el último opositor’. Los hombres prefieren enfrentar a personas visibles más bien que a fuerzas oscuras. Particularmente cuando se los convence de que su verdadero enemigo no es tal partido o tal nación, sino el jefe de ese partido o de esa nación, se matan dos pájaros de un tiro: por una parte se tranquiliza a los propios partidarios, seguros de tener enfrente no una masa resuelta como ellos, sino una multitud engañada conducida por un mal pastor que la abandonará cuando se abran sus ojos; por otra parte se puede esperar que se divida el campo contrario y se desprendan algunos elementos”.

En conclusión, lo que se necesita es condensar en una sola figura o un grupo pequeño todo aquello que se desea combatir, a todo lo que el mensaje dice que luchará (¿le suena parecido a la realidad?).

Regla de exageración y desfiguración: “La exageración de las noticias es un procedimiento periodístico corrientemente utilizado por la prensa partidista, que hace resaltar todas las informaciones que le son favorables: así se trate de una frase aventurada por un político, como del paso de un avión o de un navío desconocidos, transformados en pruebas amenazantes. Otro procedimiento frecuente es el uso hábil de citas desvinculadas de su contexto”.

Regla de orquestación: Una vez el mensaje se haya simplificado, delimitado el objetivo exagerado su contenido (a favor o en contra), es necesario orquestar mensaje, es decir repetirlo hasta la saciedad, pero no de manera monótona, sino adoptando diferentes formas y llegando a los receptores a través de canales distintos.

Un ejemplo parroquial de esto lo podemos ver en las campañas políticas en Colombia, en el que los aspirantes a cargos públicos nos atacan constantemente con su mensaje y su publicidad, hasta el punto en que nos sentimos violentados.

Regla de transfusión: Teniendo en cuenta que el fin de la propaganda es la persuasión (llámese manipulación), es claro que hay un punto en el que el contacto entre el emisor y la audiencia o la masa es inminente. En este sentido, Domenach advierte que la propaganda actúa siempre sobre un sustrato preexistente, como una “mitología nacional” o fobias y filias comunes y tradicionales. Un ejemplo es el ya famoso “los paisas somos muy berracos” o “por eso es que este país está como está” y hasta “si no quiere la paz es que quiere la guerra”. 

La regla de la transfusión señala que el emisor debe captar ese sustrato, ese sentir mayoritario e identificarse a través de él con su audiencia para transmitir su mensaje.

Regla de la unanimidad y el contagio: Jean-Marie Domenach señala que desde la sociología y la psicología, se ha puesto en evidencia la presión del grupo en la opinión individual y los múltiples conformismos que nacen en la sociedad. Incluso manifiesta que una persona puede tener dos opiniones, incluso contradictorias, debido a este fenómeno.

Un ejemplo de esto, es cuando un líder político se dirigen al pueblo, en cualquier tipo de proclama, manifestando ser la voz del pueblo en su totalidad, pues esto crea la percepción de unanimidad.

De hecho Domenach señala que “esa misma preocupación lleva a los partidos a inflar la cantidad de sus manifestantes en proporciones increíbles, y a veces absurdas. Se trata siempre de crear ese sentimiento lleno de exaltación y de miedo difuso, que lleva al individuo a adoptar las mismas concepciones políticas que parecen compartir la casi totalidad de las personas que lo rodean, sobre todo si de esas concepciones se hace una ostentación no desprovista de amenaza”.

En conclusión, lo que nos podemos preguntar es ¿Qué tanto de lo que creemos saber y de las decisiones que tomamos no han estado sujetas a la manipulación de las élites o centros de poder?

Vivimos en un mundo de percepciones más que de realidades, y esas percepciones por alguna razón terminan favoreciendo a pequeños y selectos grupos de nuestra sociedad, así que mi invitación es a que dudemos incluso de nuestras más fervorosas convicciones porque allí donde reposa el conformismo intelectual e ideológico, podría haber algún titiritero que nos muestra un edén donde no hay sino tierra estéril.

 

Acerca de César Betancourt Restrepo

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Profesional en Comunicación y Relaciones Corporativas, Magister en Comunicación Política y Empresarial, escritor y periodista.

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