Equipos tradicionales y los nuevos participantes, dejan todo jornada tras jornada.
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Tal vez la ideología sea participar, pero los chicos y las chicas quieren ganar. Se la gozan, lo disfrutan, juegan y se entretienen, finalmente, son los protagonistas de este torneo show.
En el Ponyfútbol, se tejen historias y sueños. Cada 60 minutos, 22 pequeñas historias de vida trazan sus narraciones entorno a un balón. Allí, saltan al campo los anhelos, las esperanzas, el fruto del esfuerzo. Son pequeños de cuerpo, pero grandes en espíritu y deseos de superación. Son guerreros de las canchas y valientes de la vida.
“Hay que meter moral, acompañar a los compañeros. Quiero avanzar con la Selección Antioquia y llegar a ser jugador profesional”, afirma Jostin Ángel, un volante del equipo de El Pinar, quien se destaca por su fútbol y liderazgo en el campo.
Como este pequeño crack, otros cientos de pequeños depositan cada día sus ilusiones en la carrera por el balón. La cancha Marte, templo del fútbol aficionado en Medellín, atestigua y atesora momentos inolvidables que enmarcan la historia de las 32 versiones del Torneo de chicos para grandes.
“Primero los chicos deben estudiar. Yo les inculco valores a los deportistas para que sean buenas personas en la sociedad”, afirma Jhon Henry Pino, técnico actual de El Pinar, pero quien hace siete años fuera el primer campeón del Ponyfútbol femenino: “Dirigir en la categoría femenina requiere mucha más responsabilidad, las niñas son más sensibles, uno como entrenador debe tener más tacto y ser muy cuidadoso con lo que les dice”, destacó.
Como Jhon, los otros técnicos dejan la vida en la cancha con el propósito de que sus pequeños pupilos asimilen los valores entregados, tanto deportivos como de la vida. Para ellos, el común denominador es educar personas antes que deportistas; finalmente, una cosa lleva a la otra y lo que se aprende en la casa, en la escuela y en el deporte, hace parte de la integralidad de la vida y, en este caso, del fútbol.
Resultados del 12 de enero: