La homilía del Papa en Medellín estuvo dirigida a la iglesia católica, dejando fuertes cuestionamientos.
Medellín, Antioquia, la que se podría llamar la tierra más católica en Colombia y una de las ciudades latinas con mayor vocación sacerdotal, fue el lugar escogido del papa Francisco para enviarle un contundente mensaje a la iglesia: “La iglesia no es una aduana”, dijo en su homilía desde el aeropuerto Olaya Herrera.
“La Iglesia no es nuestra, es de Dios. Él es el dueño del templo y del sembrado, todos tienen cabida, todos son invitados a encontrar aquí, y entre nosotros, su alimento. Nosotros somos simples servidores y no podemos ser quienes impidamos ese encuentro”, dijo Francisco.
Su homilía comenzó haciendo referencia al comportamiento de Jesús, expresando que él “no se queda en un cumplimiento aparentemente correcto”, invitando a un estilo de vida con tres actitudes: “ir a lo esencial, renovarse e involucrarse”.
Entre sus palabras más contundente, explicó que “ir a lo esencial no quiere decir romper con todo lo que no se acomoda a nosotros, porque tampoco Jesús vino a abolir la ley, sino a llevarla a su plenitud; es más bien ir a lo profundo, a lo que cuenta y tiene valor para la vida”.
Pidió no tener miedo a la renovación de la iglesia, sino hacerlo con sacrificio y valentía, y a la vez involucrarse, “aunque para algunos eso parezca ensuciarse, mancharse”.
“Hermanos y hermanas, la Iglesia en Colombia está llamada a empeñarse con mayor audacia en la formación de discípulos misioneros, así como lo señalamos los obispos reunidos en Aparecida en el año 2007. Discípulos que sepan ver, juzgar y actuar, como lo proponía aquel documento latinoamericano que nació en estas tierras. Discípulos misioneros que saben ver, sin miopías heredadas, que examinan la realidad desde los ojos y el corazón de Jesús, y desde ahí la juzgan. Y que arriesgan, actúan, se comprometen”, es otro de los apartes contundentes de esta homilía.
Y ese fue el mensaje del Papa en esta ciudad, en una jornada que en sus inicio tuvo complicaciones. No había pasado en estos días en Colombia, Francisco había sido muy puntual, pero en su cita con Medellín tuvo un retraso por causas externas: El clima.
Sin embargo y a pesar de que le habían cancelado el recorrido del Papamóvil por el Olaya Herrera, él decidió hacerlo, saludar a la gente y en sus primeras palabras ofreció disculpas por el retraso, agradeciendo que 1.296.000 personas lo hayan esperado toda la noche bajo la lluvia.
El comportamiento fue destacado y ordenado, pese a que aproximadamente 250.000 personas se quedaron por fuera, pues en realidad en el Olaya Herrera estaban esperando 800.000 asistentes.