Problemas renales, desnutrición y hasta sociopatías, desarrollan aquellos seres víctimas del tráfico ilegal.
Las especies naturales que habitan en el departamento y en el territorio nacional históricamente se han visto amenazados por el tráfico ilegal de animales que, sin su entorno, perecen, es por ello que las autoridades ambientales y pooliciales realizan una serie de operativos y procesos para que la fauna silvestre no sea afectada por estos hechos, considerados delitos ambientales.
Ya sea por desconocimiento o el deseo de tener una “mascota exótica”, los antioqueños deben entender que animales como loros, perezosos, iguanas, tortugas y hasta felinos, entre otros; no deben ser extraídos de su hábitat natural porque no solo atentan contra la vida de estas especies, sino contra el medio ambiente.
Según cifras de Corantioquia, en 2014 y mediante 62 puestos de control de su jurisdicción se recuperaron 1.052 especies de fauna silvestre y se lograron reubicar a sus entornos naturales 1.673 animales silvestres.
Extracción de animales, catástrofe de su entorno
No obstante, esta problemática va más allá de una simple extracción de un animal de su entorno, debido a que hay graves consecuencias en la flora y en el aumento de temperaturas por la tala de bosques.
“Cuando este animal es arrebatado de sus zonas, su hábitat ha sido destrozado, ya sea por la ganadería extensiva o por la tala de árboles y por el tráfico de fauna, delito que le roba su espacio, su propia vida animal para ser vendidos a otra persona. Cuando se extrae, los criminales matan a los padres de las crías para evitar un problema al ser atacados por éstas”, explica Edisson Duque, coordinador ambiental para Antioquia de la organización internacional Animanaturalis.
Asimismo, Duque expresó que con el tráfico, se merma la población de animales y su proceso biológico en la zona, que ayuda a revitalizar el área, pero sin ellos, es imposible una recuperación ambiental.
“En estos momentos estamos perdiendo zonas que eran habitadas por animales, porque un murciélago, una hormiga, una ardilla, aves, micos, titis, entre otros, todos están cumpliendo una función dentro de la naturaleza, que es la dispersión de semillas, polinización de plantas; sin estas funciones, nosotros estamos propiciando una degeneración de los espacios naturales”, enfatizó Duque.
“Mascotas exóticas”, sinónimo de secuestro
Y es que los animales son un componente esencial para el sostenimiento de las áreas naturales, especialmente las aves, reptiles y felinos, quienes son extraídos de su hábitat para complacer los “caprichos” de ciertas personas, ya sean poniéndolos a “hablar”, consumiéndolos por una creencia o por solo darse “pantallazo”.
“Las especies más amenazadas son las más carismáticas, por ejemplo las guacamayas y las loras son las más vulneradas porque la gente se las lleva para la casa y le empiezan a hablar para que imite esos sonidos, además les dan vino, lo que ocasiona un grave daño en su sistema digestivo. Asimismo, las tortugas, iguanas y otros reptiles, están en peligro porque son consumidas como alimento, mayormente en Semana Santa porque creen que les da buena energía”, aseguró Mónica María Gil, Bióloga de la Subdirección de Regionalización Proteccional Especializado de Corantioquia.
Para la funcionaria, éste hecho fractura severamente los comportamientos de los animales, quienes deberán superar su estancia con los humanos para poder ser reinsertados en su entorno natural, como es el caso de los pumas, gatos monteses y linces, animales que es más difícil recuperarlos.
“Los felinos también se ven seriamente amenazados por el tráfico ilegal, porque las personas que quieren tener a esta especie, la hacen para aparentar poder, lo que hace más complejo su recuperación porque estos animales ya saben que tienen su alimento de la mano del hombre”, destacó la bióloga.
Rescate animal, una luz al final del túnel
Asimismo, las autoridades de seguridad trabajan día a día para identificar a las personas que trafican con la fauna silvestre, y recuperar a aquellos animales que fueron “arrebatados” de sus entornos.
“Como Policía Ambiental tenemos unas campañas dirigidas a la comunidad, además realizamos puestos de control, visitas a residencias identificadas con tenencias de especies, a plazas de mercado y terminales de transporte. En lo que va corrido del año hemos recuperado más de 1.040 especies, algunas incautadas y otras entregadas de forma voluntaria”, expresó el Intendente, Mayer Ríos Martínez, Jefe del Grupo Protección Ambiental y Ecológica Encargado del Departamento de Policía Antioquia.
Y es que las personas aún no conocen las consecuencias que puede traer si trata de vender o adueñarse de un mico, un perezoso, un armadillo, animales que sufren al ser transportados de un lugar a otro sin las condiciones propicias para garantizarles su vida.
“El delito está tipificado como ilícito aprovechamiento de los recursos naturales, que contempla una pena de cuatro a nueve años de aseguramiento, aunque es excarcelable, a estas personas les queda el proceso, pero si se verifica que éstas trafican con especies, se les dicta medida de aseguramiento”, aseguró el intendente.
Rehabilitación, una segunda oportunidad
Sin embargo, el proceso para rehabilitar estos animales es muy largo y complicado, debido a que traen unas secuelas graves por la tenencia irresponsable de éstas especies y el estado que traen al ser valorados por las entidades ambientales.
“Los animales que diariamente recibimos, usualmente están en muy mala condición como animales desnutridos, maltratados o con heridas y con problemas comportamentales, e incluso vemos animales con sociopatías porque éstos por el encierro se vuelven locos”, explicó Víctor Manuel Vélez Bedoya, Biólogo Marino del Área Metropolitana.
Durante este proceso de recuperación, hay varias personas entre conductores, médicos veterinarios y biólogos, quienes con pasión y dedicación tratan de sacar adelante a aquellos animales que sufrieron el encierro de la mano humana.
“Nosotros empezamos a evaluar todos los detalles, desde la óptima clínica, física, comportamental y social, ya con base en un diagnostico empezamos a hacer tratamiento; lo primero que hacemos es atender su fisiología porque en muchos casos se presentan animales con problemas renales porque su alimentación no era la adecuada para ellos, prácticamente estaban comiendo veneno, es por ello que le empezamos a suministrar alimentos naturales propicios de su naturaleza”, destacó Bedoya.
Debido a complejidad de cada caso, los encargados por velar la seguridad integral de cada especie, revisan minuciosamente las secuelas mentales que pueda traer, para proceder con una aproximación paulatina de los tratados.
“Ahora pasamos a la parte en cómo hacemos para integrar a su animal con los de su misma especie, porque en muchos casos al nunca haber tenido contacto con sus mismos, se asustan, entonces empezamos ese proceso de aproximación y con grupos afines para que no se terminen agrediendo. Una vez superada esta fase, empezamos con su acondicionamiento, que empiece a buscar su alimento y tener una buena musculatura para que no se cansen y se terminen cayendo en pleno vuelo, caso de los pájaros”, aseveró.
Así pues, la fauna silvestre siempre estará en peligro mientras exista personas que tratarán de lucrarse con ellas, dándoles un sufrimiento indescriptible. Sin embargo, habrá personas que estarán listas para atenderlos y bridarles una segunda oportunidad.