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OPINIÓN

Para qué recordar

Jhonatan Correa M
Última actualización: 10 de julio de 2016 9:23 am
Jhonatan Correa M
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6 min de lectura
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El olvido, es un derecho natural que ejerce el individuo para separar lo importante de lo impertinente, lo útil de aquello que no aporta valor o que representa un evento que impide avanzar y por tanto se ejerce el libre derecho de no recordar.

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«Quien no conoce su historia está condenado a repetirla». Foto: CORTESÍA.

Quien no conoce su historia está destinado a repetirla dice un conocido concepto que hace alusión a la importancia de conocer el pasado a fin de aprender de él con el objetivo de no cometer los mismos errores. Infortunadamente la  historia casi ha desaparecido de la enseñanza básica y solo aparece como una pequeña parte de la clase de ciencias sociales.

La desmemoria ha hecho carrera y se ha incrustado en esta “tierra del olvido” que constantemente está superando heridas del pasado con fórmulas de olvido. Si bien hay ciertas situaciones en las que  es mejor  pasar cuanto antes la página  para continuar avanzando como individuos y como sociedad, hay otras que requieren hacer un alto en el camino para entender lo que sucedió a fin de no repetirlo.

El olvido, es un derecho natural que ejerce el individuo para separar lo importante de lo impertinente, lo útil de aquello que no aporta valor o que representa un evento que impide avanzar y por tanto se ejerce el libre derecho de olvidarlo. Sin embargo, este derecho es individual y por tanto cuando se trata de imponerse un olvido a una historia ajena ya no hablamos del uso de un derecho personal sino de una imposición de facto sobre un hecho que representa un importante acontecer para la vida de una persona o en muchos casos de una colectividad que se siente identificada con ese suceso.

 ¿Cómo es el olvido?

Ese tipo de olvido impuesto, como si nada hubiera sucedido reivindica la injusticia e iguala en el espacio público a víctimas y victimarios y las victimas no tienen por qué pagar ese precio, no hay motivos para que cedan en esa asimetría moral, “el olvido es el último dispositivo de la violencia organizada, su colofón más siniestro.”

El olvido es un proyecto político más que una mera falta de recordación, es un modelo intencionado que se caracteriza por no integrar el relato y articularlo con la historia, pasa por el silencio y una postura de pasividad frente a un hecho que no conviene incluir en el relato histórico, no es lo mismo el olvido en el sentido de ignorancia de desconocer el pasado al olvido en el sentido de no darle importancia.

Esta modalidad de política de olvido no es nueva, en el imperio Romano se aplicaba la Damnatio memoriae que significa una condena a la memoria, es decir, una condena a ser olvidado y se aplicaba para borrar el recuerdo del enjuiciado, lo que incluía, eliminar su nombre de todo registro oficial,  cuando se aplicaba a los emperadores consistía en eliminar estatuas, monumentos y las obras públicas que hubiera construido eran atribuidas al nuevo emperador.

Este particular método de castigo demarca la importancia que representa el recuerdo para el individuo, reducirlo al olvido implica negar su existencia, se trataba entonces de un ejercicio de sancionamiento público del pasado, de una estrategia explícita de olvido.

De igual forma hay otras políticas de olvido que se aplican de forma pasiva y a diferencia de Damnatio memoriae no es necesario borrar ninguna historia ni reprimir públicamente a un individuo, basta con impedir que se publiquen determinados informes, con desestimar investigaciones o incluso con  minimizar acontecimientos del pasado tras lo cual  no resultan relevantes ni siquiera para la misma sociedad que los vivió o para sus generaciones futuras, de forma que se desvanece con el tiempo al punto de ser cuestionada si en realidad ocurrió.  

De esta forma dicho suceso no representa un arraigo cultural histórico debido a que la sociedad no lo conoce y por ello no lo incorpora en su historia colectiva asignándole una representatividad importante en su historia de nación. Un caso de este tipo de política de olvido se ejemplifica con la masacre de las bananeras ocurrida en el norte de Colombia en 1928 y también en la guerra que sufre el país hace más de 50 años, que incluso muchos políticos, industriales y ciudadanos de a pie niegan que exista.

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TAGGED:DesmemoriaDestacadashistoriaOlvidoPara qué recordarPolítica
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Por Jhonatan Correa M
Magister en Derechos Humanos, Paz y Desarrollo Sostenible Universidad de Valencia, España

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