Herman Gutiérrez es poseedor de un Packard del año 1929, auto que, junto a él y su familia, es infaltable en cada Desfile de Autos Clásicos y Antiguos.
Hace más de medio siglo, un niño recorría en su bicicleta las calles de Medellín. Desde Belén Rosales, pasando por las mangas que hace años pintaban de verde una ciudad que ahora es mayoritariamente gris, mientras su madre pensaba que él estaba dándole la vuelta a la manzana, Herman Gutiérrez pedaleaba hasta Castropol, lugar donde Luis Fernando Hoyos tenía infinidad de autos de la época y otros un poco más antiguos.
Con mucho esfuerzo y empujando la pesada bicicleta, este niño subía las empinadas lomas de Castropol hasta la casa de Luis Fernando Hoyos. Allí lo recibía “Nanino”, el jardinero de Hoyos a quien el niño, con la respiración agitada después de tamaña travesía, pedía que le dejara ver los autos, con el juramento irrompible de subirse a la jardinera sin dejar una sola flor maltratada.
Durante horas, el plan de este apasionado era observar la variedad de autos que Hoyos conservaba en su garaje, autos de todo tipo y época. Herman Gutiérrez es ahora un hombre mayor, dueño de, entre otros, un Packard de 1929 que la curia de Medellín trajo hace años para el Arzobispo Manuel José Caicedo.
Ese carro, que ahora es uno de los más reclamados en el tradicional Desfile de Autos Clásicos y Antiguos de la Feria de las Flores, es el primer recuerdo que a este aficionado se le viene a la cabeza, en un primer plano majestuoso, imponente y lleno de vida, de aquella época en que, con el corazón en la mano luego de haber sido semejante a algunos de los ciclistas de la época para conseguir llegar a la casa de Luis Fernando Hoyos, se quedaba embelesado viendo la historia motorizada de Medellín en ese garaje de Castropol.
Luego de más de más de 50 años y con una que otra modificación técnica, sobre todo en el motor para que mecánicamente funcione bien “porque siempre es pesadito para empujarlo”, el Packard del 29 de este señor será, una vez más, uno de los participantes del Desfile de Autos Clásicos y Antiguos de este año, acompañado de otros 300 motorizados.
“Me llena de satisfacción y de gusto que la gente ya reclama este auto, porque es un carro que es emblemático de la ciudad, entonces mucha gente me ha dicho ‘el Packard tiene que estar’, por lo que ha significado ese carro en la historia de Medellín e igualmente, por haber salido tanto en el desfile, ya la gente lo identifica”, contó el orgulloso poseedor de esta antigüedad.
El famoso Packard, marca ya extinta, es un auto americano y se le conoce popularmente con el nombre de “siete puestos”, porque entre el espaldar de la banca delantera y la banca trasera, tiene un par de sillas pequeñas, a las que se les dice transportines, que permiten llevar otros dos pasajeros más de los que comúnmente lleva un auto.
Pero además del famoso vehículo del 29, Gutiérrez tiene un jeep militar, hecho por Ford en septiembre de 1942, en la II Guerra Mundial, y que logró conseguir el 13 de marzo de 1972. Con la consecución de este auto “empezó la chifladura” por los clásicos y con este, sus hijos también serán partícipes del desfile sobre ruedas, gracias a la pasión automovilística que Herman les dejó.
“Eso ha sido un cuento desde siempre, el inculcarles a ellos esa pasión. Ellos ya son muy conscientes de que esto nació conmigo y ha sido una pasión que no fue fruto del azar, ni los carros cayeron del cielo, aunque se puede decir que sí porque cuando los he conseguido he tenido muy buenas oportunidades, pero ha sido un esfuerzo muy grande, me he privado de muchas cosas porque tengo que cromar un bomper o arreglar una cojinería o pintar un guardafango. A mis hijos siempre les he dicho: esto ha sido el esfuerzo de mi vida y espero que ustedes lo conserven”.
De este modo y, como siempre, con el vestuario de la época y toda la energía del caso, la familia Gutiérrez hará presencia en esta celebración de los 21 años del Desfile de Autos Clásicos y Antiguos, mostrando a esta ciudad ese fruto de años de pasión y dedicación por tener siempre un pedazo, o varios, de la historia de Medellín.
Esa historia motorizada es a la que los paisas pueden acercarse año tras año gracias a este emblemático evento de la Feria de las Flores, que este año se realizará el 6 de agosto, iniciando en las instalaciones de El Colombiano y finalizando en la universidad Eafit.